Yo siento que en la vida, hay cosas que siempre quise hacer, pero en el momento en que las deseaba, no tenía una clara idea de cómo llegarían a incorporarse a mi realidad.
Cuando nos fuimos a Europa en el 2000, me llene de una angustia de tomar la decisión de partir sola, que casi me hace vacilar y quedarme en casa.
Y es que yo siempre viaje en cambote con mi familia, y con ellos conocí a casi toda Venezuela, solo me falto Canaima, Apure y Los Roques. Lo cual no es mucho, y lo enmendare en algún momento en mi vida.
Yo supe lo que era comer en los mercaditos de pueblo, ir detrás de una pick up bajo las estrellas y escuchar la lluvia rebotar bajo los techos de zinc.
Pero siempre me preguntaba: ¿como seria el cielo desde otro lugar que no fuera Venezuela?
Y viaje, mire el cielo y hoy en día, siento que con este proceso, me he convertido en una especie de turista perenne. Lógico, con el tamaño de Canadá y la frontera que comparte con USA, ni más ni menos me tomara un buen tiempo conocer esta nueva geografía que es muy interesante.
Nunca me gusto el monte, siempre ame la playa, y hoy en día me doy cuenta que el bosque tiene su encanto y que los lagos te pueden servir de playa, pero sobre todo he visto muchísimos paisajes que cortan el aliento.
Ahora sé que también quiero acampar, ver la Aurora Boreal, ver las ballenas, navegar en velero por el San Lorenzo y volver a Mont Tremblant en invierno y quedarme en el verano y disfrutar de su playa.
Siento que ahora es que los viajes comienzan…
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